martes, octubre 27, 2009

Roda el món

La expresión catalana "Roda el món i torna al Born" al parecer proviene del medioevo y se supone que es la fórmula con la que se despedía a los cruzados. Si tuviera que traducirla diría: "recorre el mundo y regresa al fundo". Mi traducción, sin embargo, es inexacta. La palabra fundo no corresponde a "Born", que es un barrio barcelonés. Pero una vez que conocemos el significado volvamos a la concisión y el ritmo de los monosílabos y bisílabos de la lengua catalana, dos de sus virtudes prosódicas.

Ha habido catalanes que se han asentado en otros países hace décadas. En Guayaquil forman parte de su vida como si hubieran nacido allí y no han vuelto al Born. Cómo cambiaron los tiempos, que en la última década fueron los ecuatorianos los que inmigraron a Barcelona. No es fácil adaptarse a esta ciudad, como no lo debió ser para los catalanes en Ecuador. Puede resultarle familiar a un guayaquileño por la cercanía del mar, pero el catalán no es expansivo, sino cauto, lo que impide el contacto rápido; pero es constante y fiel, lo que permite la fiabilidad.

Sin embargo, Barcelona ha cambiado en estos años. Los testimonios se suman en el sentido de que se ha vuelto cerrada por un exacerbado discurso nacionalista que margina al castellano, que la ciudad se vende a un turismo furibundo, que apuesta por una cultura de plástico y neón que destroza su aura arquitectónica, o que sus instituciones son rígidas y endogámicas de manera que pierden la capacidad de riesgo creativo. También entran en juego casos aislados de xenofobia, aunque ha contado con un rechazo contundente de los barceloneses.

Todo eso es cierto. Es la dinámica de las grandes ciudades: la misma Barcelona se yergue sobre restos medievales y romanos que fueron sanguinarios. Pero también es verdad que se está abriendo espacio -gracias a los inmigrantes de todos los países y a nuevas generaciones de catalanes- una posibilidad de vida mucho más creativa, independiente, que hace contrapeso a la institucionalización corrupta y poco innovadora y a las aberraciones en la convivencia social. A esto se suman los catalanes que recorren el mundo y abren puertas y encuentros. En el campo de la literatura hay autores como Enrique Vila-Matas, Nuria Amat, Cristina Fernández Cubas, Ana María Moix, Jordi Sierra i Fabra, entre otros, que hacen de América Latina escenario o motivo o lectura. Una invitación para comprender a Cataluña sería acercarse no sólo a la obra de los mencionados sino a clásicos como Mercè Rodoreda, Pere Calders, Carles Riba, quienes aprendieron del exilio, y otros autores actuales en los que un lector latinoamericano encontrará afinidades, como Màrius Serra, Quim Monzó o Miquel de Palol. A veces los tenemos más cerca de lo que sospechamos. El primer autor catalán que leí lo encontré en una pequeña librería de Guayaquil cuando yo tenía veinte años, en una edición bilingüe que llevaba a la izquierda el texto catalán y a la derecha su traducción española. Era Gabriel Ferrater. Uno de sus versos sugiere que vivir en barrios extremos "ens indueix a passejar inquiets". Esta vez no cometeré traducción.

Publicado en El Universo, (Ecuador), 27 de octubre de 2009. 

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